El aluminio y sus múltiples vidas


¿Sabías que alrededor del 75% de todo el aluminio que se produce se sigue utilizando actualmente?

El aluminio tiene un ciclo de vida que muy pocos materiales pueden igualar. Es resistente a la corrosión y se puede reciclar una y otra vez, consumiendo tan solo una pequeña fracción de la energía necesaria para producir aluminio primario.

Se obtiene de un mineral llamado bauxita, y el profesor y químico alemán Woehler fue quien aisló por vez primera partículas de aluminio puro, allá por 1845, y determinó sus principales propiedades como densidad, conductividad, resistencia a la corrosión, etc. Pero quien lo descubrió fue un inglés, Davy, años antes .

En tan sólo 100 años, el aluminio pasó de ser un costoso lujo a convertirse en un metal versátil y extensamente utilizado. El atractivo del aluminio se ve reflejado en su creciente demanda mundial, habiéndose más que duplicado su consumo a partir de 1970. Y se prevé un importante crecimiento en el futuro.

Este material es altamente sostenible, ¿por qué?

Porque el reciclaje de aluminio solo requiere un 5% de la energía necesaria para producir el metal primario, esto conlleva que al reducirse en un 95% el consumo de energía en comparación a su extracción desde la bauxita, reportará importantes beneficios ecológicos y lo que esto conlleva.

Además, el aluminio no se deteriora con el reciclado, por eso se sigue utilizando el ya fabricado y continúa siendo duradero, resistente y con multitud de aplicaciones, por tanto su ciclo de vida es infinito.

Cuanta más chatarra de aluminio recuperamos más crece el mercado en cuanto a reciclado, porque la vida del aluminio puede ser eterna.

Diferenciamos entre chatarra pre-consumo, que es la que proviene del proceso de producción y que no ha sido utilizada como producto hasta que se refusiona de nuevo, y la chatarra post-consumo, que  es aluminio que ya ha tenido una “vida” -quizá como marco de ventana, o componente de un vehículo- y será reciclada para convertirse en algo nuevo. Si seguimos recuperando el aluminio de edificios comerciales y viviendas la vida del material se torna circular, eliminando la generación de residuos.

Los productos más eficientes en términos de CO2 son los que provienen de la chatarra post-consumo. Este concepto se denomina “cradle-to-cradle” (de la cuna a la cuna), y es el utilizado actualmente para conseguir una economía eficiente en el uso de los recursos, que aproveche todos los materiales al final de su vida útil como materias primas.

En definitiva, su ciclo de vida “circular” supone un gran beneficio para el medio ambiente, así como una reducción considerable de emisiones de gases efecto invernadero. Además, sus altos ratios de reciclaje en la construcción indican que existe un claro compromiso de la industria del aluminio con la sostenibilidad. Para más información acerca del proceso de tratamiento del aluminio a nivel industrial os dejamos este enlace.  

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